Letra: Benjamín Ruiz y Gómez
Música: Cristóbal Ojeda Dávila
No importa que te ausentes de mí,
sin darme ni siquiera un adiós,
sin comprender que dejas solo aquí
a un corazón muriendo de amor.
Bien sabes que te adoro, mi bien,
con una loca y ciega pasión,
que por doquiera vayas
seguiré ansioso tus mudas huellas.
Nunca jamás encontrarás otro hombre
que te ame tanto como yo te amo
y que también deposite a tus plantas
todo su afecto, toda su vida.
Así soy yo, vivo para adorarte,
alma de mi alma, mujer querida;
en cambio, tú, con suma indiferencia
de mí te alejas cuando te llamo.
Ay, ven a mí, no mates con tu ausencia,
a un pobre ser, que solo sabe amarte,
ven, pues, ingrata con solo tu presencia
seré de nuevo por ti dichoso al contemplarte.
Música: Cristóbal Ojeda Dávila
No importa que te ausentes de mí,
sin darme ni siquiera un adiós,
sin comprender que dejas solo aquí
a un corazón muriendo de amor.
Bien sabes que te adoro, mi bien,
con una loca y ciega pasión,
que por doquiera vayas
seguiré ansioso tus mudas huellas.
Nunca jamás encontrarás otro hombre
que te ame tanto como yo te amo
y que también deposite a tus plantas
todo su afecto, toda su vida.
Así soy yo, vivo para adorarte,
alma de mi alma, mujer querida;
en cambio, tú, con suma indiferencia
de mí te alejas cuando te llamo.
Ay, ven a mí, no mates con tu ausencia,
a un pobre ser, que solo sabe amarte,
ven, pues, ingrata con solo tu presencia
seré de nuevo por ti dichoso al contemplarte.