Resumen corto de la fundación de Ibarra, el 28 de septiembre 1606. Reseña histórica de la fundación de Ibarra.
ÍNDICE
San Miguel de Ibarra fue fundada por Cristóbal de Troya, bajo el encargo del presidente de la Real Audiencia de Quito, don Miguel de Ibarra, el 28 de septiembre de 1606. El sitio escogido fue el Valle de Carangue, en los terrenos de Juana Atahualpa, nieta del Inca Atahualpa. Además de los asentamientos de españoles, la ciudad acogió a griegos, portugueses y demás europeos en la villa.
Historia resumida en video:
Resumen:
Los vecinos de Quito y el mismo Tribunal de la Audiencia habían pedido ya, varias veces, la fundación de una ciudad o villa en el territorio del norte; pero no había llegado el caso de ponerla por obra.
Al cabo de largos trámites, el 23 de septiembre de 1606, el presidente de la Real Audiencia de Quito, don Miguel de Ibarra, expidió el Auto de Fundación con encargo para su cabal realización, al capitán don Cristóbal de Troya.
El 27 de septiembre de 1606 Ilega al valle de Carangue el Capitan Troya, hospedándose en el convento de los Dominicos. Solicita la comparecencia del Corregidor Don Diego Lopez de Zuniga del distrito de Otavalo; le hace conocer de su nombramiento y propósito, posesionándose ante el Notario Don Pedro Carvallo.
Al siguiente día, investido de su Autoridad, en medio de una numerosa comitiva de militares, frailes y civiles, recorrieron el extenso terreno del valle circundado por el rio grande (Tahuando) y el menor (Ajavi), verificando el cuadrilátero de 9 cuadras. Posteriormente se detienen en una parte de las estancias de Antonio Cordero y Juana Atahualpa, (actual sector del parque Pedro Moncayo) donde se habla sembrado un grueso madero, a manera de una horca, símbolo de la autoridad y la justicia.

28 de Septiembre de 1606
Fundación de Ibarra
Aquel día se construyó en el lugar determinado y se declaró que fundaba la nueva población con el nombre de San Miguel de Ibarra y los derechos y privilegios municipales de villa. Se señaló solares para la iglesia parroquial, cementerio, casas municipales, cárcel y carnicería. Mandó hincar en el centro de la plaza un grueso madero y desvainando la espada, por tres veces, en alta voz retó al que pretendiera contradecir la fundación de la nueva villa que, en nombre del Rey Felipe III y con su autoridad y comisión del presidente den la Real Audiencia de Quito, acababa de verificar. Así nació la ciudad de Ibarra.
Se escogió este día para su fundación, por ser el del cumpleaños del Presidente de la Real Audiencia; y se determinó que la nueva población se llamara San Miguel de Ibarra, para perpetuar de esa manera el recuerdo de su fundador.
Muchos fueron los motivos para establecer una villa española en el Valle de Carangue, en el suave declive de la ladera norte del volcán Imbabura, en el triangulo formado por los ríos Tahuando y Ajavi. Era el sitio adecuado para la bifurcación de los caminos de Popayan y el Nuevo Reino, por el norte; y por el occidente, al Mar del Sur, siguiendo el natural camino abierto por los dos nacidos en ese valle que se abrían paso de la infranqueable cordillera y desaguaban navegables, en ensenadas de profundos fondos. De esos excelentes puertos estaba a pocos días Tierra Firme.
El valle era rico en manantiales, en bosques y tierras, albergaba una densa población laboriosa de indígenas y 200 españoles habían establecido estancias en el lugar y vivían de asiento con sus familias. Para su atención espiritual los Padres Agustinos habían establecido un convento en el Olivo.
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San Miguel de Ibarra fue fundada por Cristóbal de Troya, bajo el encargo del presidente de la Real Audiencia de Quito, don Miguel de Ibarra, el 28 de septiembre de 1606. El sitio escogido fue el Valle de Carangue, en los terrenos de Juana Atahualpa, nieta del Inca Atahualpa. Además de los asentamientos de españoles, la ciudad acogió a griegos, portugueses y demás europeos en la villa.
Historia resumida en video:
Resumen:
Los vecinos de Quito y el mismo Tribunal de la Audiencia habían pedido ya, varias veces, la fundación de una ciudad o villa en el territorio del norte; pero no había llegado el caso de ponerla por obra.
Al cabo de largos trámites, el 23 de septiembre de 1606, el presidente de la Real Audiencia de Quito, don Miguel de Ibarra, expidió el Auto de Fundación con encargo para su cabal realización, al capitán don Cristóbal de Troya.
El 27 de septiembre de 1606 Ilega al valle de Carangue el Capitan Troya, hospedándose en el convento de los Dominicos. Solicita la comparecencia del Corregidor Don Diego Lopez de Zuniga del distrito de Otavalo; le hace conocer de su nombramiento y propósito, posesionándose ante el Notario Don Pedro Carvallo.
Al siguiente día, investido de su Autoridad, en medio de una numerosa comitiva de militares, frailes y civiles, recorrieron el extenso terreno del valle circundado por el rio grande (Tahuando) y el menor (Ajavi), verificando el cuadrilátero de 9 cuadras. Posteriormente se detienen en una parte de las estancias de Antonio Cordero y Juana Atahualpa, (actual sector del parque Pedro Moncayo) donde se habla sembrado un grueso madero, a manera de una horca, símbolo de la autoridad y la justicia.

28 de Septiembre de 1606
Fundación de Ibarra
Aquel día se construyó en el lugar determinado y se declaró que fundaba la nueva población con el nombre de San Miguel de Ibarra y los derechos y privilegios municipales de villa. Se señaló solares para la iglesia parroquial, cementerio, casas municipales, cárcel y carnicería. Mandó hincar en el centro de la plaza un grueso madero y desvainando la espada, por tres veces, en alta voz retó al que pretendiera contradecir la fundación de la nueva villa que, en nombre del Rey Felipe III y con su autoridad y comisión del presidente den la Real Audiencia de Quito, acababa de verificar. Así nació la ciudad de Ibarra.
Se escogió este día para su fundación, por ser el del cumpleaños del Presidente de la Real Audiencia; y se determinó que la nueva población se llamara San Miguel de Ibarra, para perpetuar de esa manera el recuerdo de su fundador.
Muchos fueron los motivos para establecer una villa española en el Valle de Carangue, en el suave declive de la ladera norte del volcán Imbabura, en el triangulo formado por los ríos Tahuando y Ajavi. Era el sitio adecuado para la bifurcación de los caminos de Popayan y el Nuevo Reino, por el norte; y por el occidente, al Mar del Sur, siguiendo el natural camino abierto por los dos nacidos en ese valle que se abrían paso de la infranqueable cordillera y desaguaban navegables, en ensenadas de profundos fondos. De esos excelentes puertos estaba a pocos días Tierra Firme.
El valle era rico en manantiales, en bosques y tierras, albergaba una densa población laboriosa de indígenas y 200 españoles habían establecido estancias en el lugar y vivían de asiento con sus familias. Para su atención espiritual los Padres Agustinos habían establecido un convento en el Olivo.
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